La razón de mi Ayayay!
La nota de Tendenciasde la Educación señala que gracias
a la Multiversidad “Mundo Real” Edgar Morín, y con el apoyo del Colegio de
Bachilleres del Estado de Sinaloa, la SEP inicia la inclusión, en septiembre de
2013, de una “meta-asignatura” sobre pensamiento complejo en los cursos de quinto
semestre de bachillerato, para 50 mil alumnos, en el Estado de Sinaloa.
No es ni bueno ni malo en sí mismo. Pero,
desde mi punto de vista, esta “buena intención” adolece de los mismos males que
las adopciones de propuestas educativas en diferentes épocas. El texto que
comentamos explicita que
A principios del
siglo XX, efectivamente, se requerían unos 50 años para duplicar el nivel de
conocimientos (académicos, filosóficos, culturales…) disponibles a escala
planetaria. Hoy en día -debido en particular a las nuevas tecnologías de la
comunicación- sólo ocho años han sido necesarios para obtener el mismo
resultado.
Frente a este flujo
permanente de informaciones de todo tipo, necesitamos herramientas rigurosas
para poder ordenar el conocimiento y ubicarnos con mayor pertinencia: El
pensamiento complejo promete ser precisamente una de estas herramientas.
El mismo documento
señala que Aún será preciso un
tiempo para evaluar, con detalle, los impactos de este cambio curricular a
nivel de preparatoria (bachillerato), y también los ajustes o enriquecimientos
necesarios. Y anticipa un punto de escape: Pero,
a la vez, esta introducción representa un antecedente potencialmente fecundo…
siempre y cuando nosotros, los caminantes de la complejidad a través del mundo,
tengamos la capacidad de difundir, debatir, criticar y proponer la complejidad
como verdadera red planetaria, en lugar de seguir haciéndolo de manera aislada.
Es decir que si no
somos capaces de difundir, debatir,
criticar y proponer la complejidad de la manera que se menciona, esto no va
a funcionar. Pero de entrada ya emboletamos a 50 mil estudiantes y, asumo, un
número suficiente de adeptos a esto del pensamiento complejo como monitores o
profesores de esta filosofía.
Por otro lado, la
Pontificia Universidad Javeriana nos hace saber, en IntroducciónGeneral al Pensamiento Complejo Desde los Planteamientos de Edgar Morín,
que en el pensamiento complejo de Morín, se
plantea la heterogeneidad, la interacción, el azar; todo objeto del
conocimiento, cualquiera que él sea, no se puede estudiar en sí mismo, sino en relación
con su entorno; precisamente por esto, toda realidad es sistema, por estar en
relación con su entorno. Se podría distinguir algunos principios del pensamiento
complejo: el dialógico, la recursividad, el hologramático:
1. El dialógico: A diferencia de la
dialéctica no existe superación de contrarios, sino que los dos términos
coexisten sin dejar de ser antagónicos.
2. Recursividad: El efecto se vuelve
causa, la causa se vuelve efecto; los productos son productores, el individuo
hace cultura y la cultura hace a los individuos.
3. El principio hologramático: Este
principio busca superar el principio de “holismo” y del reduccionismo. El
holismo no ve más que el todo; el reduccionismo no ve más que partes. El principio
hologramático ve las partes en el todo y el todo en las partes.
Una de las
preguntas que me surgen a bote pronto es si las capacidades de lectura de comprensión
de los alumnos de los Colegios de
Bachilleres sinaloenses están tan por arriba de las de los alumnos de
los bachilleratos del resto del país.
Por otro lado, uno de los planteamientos de esta propuesta es que no debe
esperarse hasta que los alumnos lleguen a la universidad para introducirlos al pensamiento complejo.
Suponiendo que esto se hiciera en nuestras universidades, ¡parecería que
adelantarlo un año es la solución!
Para mí gusto esta propuesta es elitista e igorante de la realidad, puesto que uno
de sus fundamentos es ni más ni menos la necesidad de La reinserción
necesaria de un sentido propedéutico en las enseñanzas, como
introducción necesaria para una recepción coherente del conjunto de
aprendizajes realizados en cada disciplina.
A volar el desarrollo de habilidades generales que preparen al alumno, en todos
los ámbitos, para los retos del mundo al que se enfrentarán (competencias en el
sentido de Perrenoud). Vamos a preparar alumnos para que tengan una recepción coherente de los aprendizajes
de las disciplinas por venir.
La propuesta me recuerda aquella de Desarrollo
de Habilidades del Pensamiento que
durante años formó parte de los cursos
sello del Bachillerato del Tec de Monterrey. Una promesa, también. El
objetivo: enseñar a pensar a los alumnos. La realidad: cursos que los alumnos
aprendían a aprobar, pero que no ayudaban en nada dentro del resto de los
cursos del mismo Bachillerato. Al ingresar al nivel universitario, los alumnos
que pasaban por este programa tenían las mismas habilidades que los alumnos que
provenían de otros bachilleratos, sin pasar por este entrenamiento.
Tengo otra pregunta: ¿hay una edad
(la adolescencia pareciera ser, según lo que observamos) para “enseñar” a
pensar? Y también: ¿Enseñamos a pensar siguiendo el pensamiento de una persona
que, la misma Javeriana señala en el documento citado, en “su vida intelectual ha sido nómada, que se ha estado constantemente
organizando y reorganizando, algo así como hacen los seres vivos cuando
evolucionan, que viajan constantemente en reorganizaciones genéticas.?
Hay concepciones
del aprendizaje que no entiendo pero que aparecen en los docentes y en los
alumnos. A la pregunta de cómo aprendemos a nadar (donde esperaba que me
dijeran que metiéndonos al agua), los alumnos me dicen que lo hacemos
observando a los que nadan. Años atrás, en un Diplomado en Enseñanza de las
Matemáticas que intentamos en la Ibero de Tijuana, esta misma concepción aparecía
entre los docentes: los alumnos entran en posesión de madurez intelectual a los
18 años, aprenden si se les motiva con ejemplos valiosos, videos, exposiciones,
etc.
Para "moverles el tapete” diseñé un anuncio sobre un supuesto
taller de natación que nos estaban ofreciendo, ¡y los invite a inscribir a
sus hijos! De entrada se mostraron entusiasmados.
Lo que sigue es la conversación que se fue dando entre los docentes participantes.
·
Si: hay un proceso. Hasta donde van a forzar al alumno a meterse al agua
y cuáles serían las consecuencias
·
La primera sesión es de motivación y eso es importante.
·
De acuerdo. Llama la atención. Pero no el inciso a) de la primera
sesión. Eso podría reforzar los miedos. Tiene que ser más fluida la entrada,
gradual, hay que llevarlos despacito, gradualmente, hasta que los convenzas de
estar adentro. Hay que seducirlos.
·
Hay edades en que los niños no
están preparados. Para alguien que ya tiene miedos, sería difícil, la
motivación puede ayudar pero no garantiza la confianza.
·
Cómo sé que es el mejor sistema. Una semana, chapuzón (¿?), una semana ayudan. Una… ¿no es algo ilusorio?
·
NO. El tiempo de duración no me
parece suficiente. Los videos no ayudan, ni la presentación. Pánico que se puede crear. No me interesa la
competición.
·
Descartada la competencia. No nos interesa el estrés de la competencia.
·
El video muestra solo el final del camino. A ese punto solo llegan
algunos y el camino realmente es largo.
·
Hay cosas distintas. Una semana no parece suficiente. Que significa
competencia. El tiempo de práctica es realmente muy poco. Dejar la teoría y
fomentar la práctica. No al chapuzón.
Depende de qué nivel estés lo que vayas a aprender. El método es
estresante aunque a veces funciona. Depende del background.
·
Llevar primero a un nivel de sensibilidad para que los videos funcionen.
Tomar en cuenta cosas de los alumnos, como la madurez. La coordinación no se lograría en una hora.
En pocas palabras: hay que conocer bien a
los alumnos y el nivel en el que están, hay que reforzar la práctica, competir
no es lo importante, no hay que forzar al alumno. Hay que seducirlos.
Mis preguntas finales:
- ¿Por qué tenemos que
esperar al bachillerato para que los alumnos desarrollen hábitos de
razonamiento crítico, creativo, complejo si se quiere?
- ¿Por qué seguir el
camino de Morín, o de Margarita A. de Sánchez, o de quien sea?
En ese
sentido, me llamo Siddhartha (Hesse).