domingo, 24 de septiembre de 2017

Mujeres y conocimiento

Advertencia: Se trata solamente de mis notas, para evitar que yo divague de más en una presentación de 20 minutos en Casa Cuatro, Guanajuato, el 25 de septiembre de 2017. De paso, para que nadie se distraiga demasiado tomando notas sobre mi rollo (a veces ocurre) y, a cambio, dirigirlos a esta publicación.



Mujeres: por género asociado al nacimiento e independientemente de su identidad, pero mujeres.

·         Que aman y sufren como las demás (Marie Curie) y que reciben apoyo de hombres (Einstein)
·         Que comparten con las minorías los estigmas y la discriminación porque les moeurs de los tiempos, las sociedades y las religiones así lo determinan, antes (Hipatia) y ahora (Malala), los fundamentalistas de todos tipos y regiones.
·         Que se visten de hombre o se meten de monjas para seguir su vocación (Sor Juana)
·         Que deciden luchar al lado de su pareja (muchas soldaderas voluntarias) o acompañarlos cumpliendo su rol tradicional (otras soldaderas)
·         Que luchan por convicción (las Serdán, las coronelas, doña Josefa y Leona Vicario)
·         Que enferman y mueren como cualquier otra (como Maryam Mirzakhani, ganadora de la medalla Fields en 2014)
·         Que se enfrentan, muchas más veces de lo que imaginamos, a las zancadillas y golpes bajos de otras mujeres, esas que deciden emplear las "armas femeninas" para conseguir lo que quieren a costa de lo que sea; porque el empoderamiento que vemos en la película “Talentos ocultos”, la solidaridad entre mujeres, no se da en países como el nuestro (tal vez ni entre los hombres)
·         Mujeres bellas, como Hedi Lamarr y otras actrices, que son científicas o matemáticas o ingenieras y que dejan huella en diferentes campos.

En términos de ciencia y matemáticas resulta que, proporcionalmente y respecto de sus pares varones, hay más mujeres en matemáticas que en física. Y una hipótesis bastante aceptable se maneja en “Pythagoras' Trousers: God, Physics, and the Gender Wars", de Margaret Wertheim.

En discusiones al respecto, con académicas y académicos de otras áreas, artistas e intelectuales, pareciera que el asunto de la discriminación femenina no es privativo de las áreas de ciencia y matemáticas, sino que se extiende a todos los ámbitos y en todos los tiempos.

El Popplet (aquí como imagen) que preparé como apoyo gráfico es solamente un muestrario de casos, no exhaustivo, donde la discriminación femenina se da. Y es parte de un sistema de discriminación más general, de ahí la respuesta de Neil de Grasse Tyson a la pregunta de si las mujeres son discriminadas o están mal representadas en la ciencia. No son solamente las mujeres y los negros, lo han sido los musulmanes y los representantes de culturas sometidas a una dependencia cultural, política o económica (basta ver el caso de Ramanujan).


¿Por qué llama tanto la atención el caso de las ciencias y, particularmente, el de las matemáticas?

Hipótesis:
  1. El pensamiento matemático está asociado (estúpidamente) a un alto nivel intelectual; la cultura dominante exige que mujeres, negros y todas las otras “minorías”, que están revirtiendo la proporción, sean menos capaces que los representantes de la cultura dominante, precisamente 
  2. Siendo, en su origen, un elemento de dominación política está asociada al ejercicio del poder de un gobernante, generalmente masculino, aunque se contesta cada vez más por los y las representante de todas las clases dominadas, particularmente por las representantes del 50% de la población. 
  3. En su libro “La perversion mathématique. L’oeil du pouvoir” , Arnaud-Aaron Upinsky cuestiona: “En términos de poder, ¿son las matemáticas el "imperio del mal"? Declara que el sistema escolar nos hace creer que las matemáticas son la principal referencia de la inteligencia mientras que “en realidad, terminan siendo un instrumento de selección y de represión, que es aún más astuto porque pretende ser "neutral". El modelo matemático ha dado forma a un mundo en el cual la cantidad sola es importante; ha entrado en nuestras conciencias hasta el punto de hacernos confundir "inteligencia verdadera" con "habilidad mental". Tal vez un poco exagerado, hay una buena parte de verdad en ello. Para comenzar, basta con utilizar la “nomenclatura” matemática para desanimar a o tratar de imponerse sobre los que entienden menos… y comienza con muchos de los profesores.
  4. El lenguaje/conocimiento matemático es indispensable para acceder a las ciencias (una buena lectura al respecto es Descartes' Dream. The world according to mathematics, de Philip J. DavisReuben Hersh). Más representantes de las culturas hasta ahora sometidas representan un reto y un descalabro para los de los que controlan y deciden por todos
  5. Y podría seguir


¿Dónde comienza esta discriminación hacia las mujeres? En la propia casa/familia.
Se imponen y se dejan imponer los estereotipos tradicionales, incluso de manera inconsciente: ser popular, ser considerada atractiva, el pelo, el vestido, los modales, y un largo etcétera. A ello contribuyen, si no los propios padres y hermanos, sí los parientes, amigos y hasta los profesores. “Eres poco femenina”, “Pareces marimacho”, “Mujer que sabe latín…”, etc. Perseverar en lo que uno ha decidido como carrera, a partir de una vocación, no es sencillo. Y en el camino encontrará obstáculos de diferentes estilos y en diferentes entornos, pero también el reconocimiento de gente que vale mucho la pena. Es decir: si uno sabe lo que quiere y está dispuesto a dejar de lado las presiones familiares, de pareja y sociales y a no sacrificar su integridad, se puede. En eso no creo que haya mucha diferencia con otras áreas de conocimiento.

En contra de nuestra vocación influyen hasta los modelos de mujeres de ciencia que nos han sido transmitidos, desprovistos de su parte humana (y Bruner[1] tiene mucho que decir al respecto). Los prototipos son Hipatia y Marie Curie; curiosamente apenas nos enteramos de los casos de Ada Lovelace y de Hedi Lamar como contribuyentes al desarrollo de la tecnología, por citar solamente dos.

A través de lo poco que se sabe de Hipatia, nos enteramos de que fue la educación de su padre, Teón de Alejandría, lo que desarrolló el carácter y pasión de su hija:

“Teón se reusó a imponer a su hija el rol tradicional asignado a las mujeres y la educó como hubiera educado a un hijo en la tradición griega; transmitiéndole su propio oficio”. Ella tuvo los privilegios de un académico respetado en la universidad de Alejandría, a lo cual hasta ese entonces solamente podían aspirar los hombres, dedicada al aprendizaje y la enseñanza.
En los tiempos que corren, seguramente Hipatia sería desacreditada por el SIN por su escasa producción matemática original.
Por otro lado, se le ha convertido en mártir de la ciencia cuando, en realidad, “Hipatia de Alejandría ha llegado a encarnar todo lo que se perdió a la civilización en el tumulto de la intolerancia religiosa y la destrucción que engendra.” Fue víctima de los conflictos políticos y religiosos entre Cirilo, el obispo intolerante y sanguinario, y Orestes el nuevo prefecto imperial de Egipto, quien se resistía a la invasión eclesiástica en su jurisdicción civil. Cirilo acusó a Hipatia de impedir que Orestes se reconciliara con Cirilo.
Posteriormente, unos 200 años después de su existencia, el obispo
Juan de Nikiû la describió como se suele describir a las mujeres que viven una vida conforme a sus reglas e intereses y que son escuchadas por su sensatez:
“Y en aquellos días apareció en Alejandría una hembra filósofa, una pagana llamada Hipatia, que siempre se dedicaba a la magia, a los astrolabios y a los instrumentos musicales, y engañó a muchas personas a través de las asechanzas satánicas, y el gobernador de la ciudad [ Orestes] la honró en gran manera, porque ella le había engañado con su magia y él dejó de asistir a la iglesia como había sido su costumbre ... Y no sólo hizo esto, sino que atrajo a muchos creyentes a ella, y él mismo recibió a los incrédulos en su casa.”

Marie Curie, por su parte, se nos presenta siempre como el estereotipo de la mujer dedicada a la ciencia, alejada de cualquier tipo de feminidad, afecto u otro interés fuera de la ciencia pura. Se le considera una mujer emocionalmente fría y, al decir de una ex alumna, hasta amargada por falta de afectos. Baste con leer su diario o, más accesible, el libro de Rosa Montero “La ridícula idea de no volver a verte”.
Es cierto: Marie muestra que para trabajar uno necesita lo mismo que un hombre: ropa de trabajo, pasión, y nada más; ni siquiera estaba preocupada por el reconocimiento (que llegó) sino por obtener los recursos para continuar con su trabajo. Mientras que es imitado el estilo de Jobs, por ejemplo, de siempre vestir de la misma manera para no perder el tiempo pensando en qué ponerse, en el caso de Marie se considera hasta patético que vistiera siempre de la misma manera, por no hablar de la ausencia de coquetería.

El libro clásico de Bell, “
Men of Mathematics”, publicado originalmente en 1937, incluye propiamente a sólo tres mujeres: Sophie Germain, Sonja (Sofía) Kowalewski y Emmy Noether. Ni Hipatia aparece en ese recuento que trata solamente de quienes se dedicaron a las matemáticas puras. Hay sin embargo una nota al respecto de las Sofía mencionadas (aquí en traducción libre): Sofía parece ser un nombre afortunado en matemáticas para las mujeres -siempre y cuando se afilien con maestros de mentalidad abierta (Pág. 261, edición de julio de 2008 por Touchstone, Simon and Schuster, Inc.). Probablemente siga siendo cierto en muchos lugares.

Otro punto sobre la falta de reconocimiento es que mientras en otros países los matemáticos y las matemáticas están presentes en las redes (incluidas algunas medallas Fields) a través de las cuales colaboran y comparten sin demasiada pretensión ni arrogancia, de manera que su trabajo llega a muchas más personas, en México seguimos en el culto a la personalidad encerrada en su torre de marfil perfectamente centrados en un perfil formal (desde el disfraz) e inaccesible para los profanos, cargados de ego ("si sabes quién soy", repetida hasta que le dices su nombre, ... y lo malo es que SI sabes quién es y más) y, por supuesto, alejadas de la “banalidad de las redes sociales”.

Y luego nos preguntamos por qué muy pocas mujeres se adentran en la ciencia y las matemáticas y por qué pocas sobresalen o son reconocidas.
 
La película “Con ganas de triunfar” muestra muchas de las situaciones en las que son más que evidentes las razones para la escasa participación de hombres y mujeres, pero particularmente de las mujeres, en las áreas antiguamente llamadas ”duras” a través de los estudiantes que deciden permanecer hasta el final del curso de Cálculo buscando continuar sus estudios:
  1. Se necesitan ganas
  2. En el camino pueden surgir retos, dudas, enojos, etc. por lo que se está dejando de lado (vida social, sentido de moda y pertenencia a los grupos y pandillas)
  3. Romper con las tradiciones familiares
  4. Asumir que los privilegios se ganan con base en el puro trabajo, dedicadamente, realizado con el mayor esmero, y que puede robar horas a las distracciones e, incluso, a parejas y familias demandantes
  5. La satisfacción no está ni en los diplomas, ni en las menciones en artículos y revistas, ni en el reconocimiento de instituciones como el SIN y el propio Conacyt (para no hablar de las universidades) que privilegian los campos tradicionales y desde un punto de vista muy tradicional de la formación y la investigación, sino en el placer de hacer lo que uno hace gustosamente, de manera honesta y responsable; en el sentido del propio trabajo que es utilizado y compartido por otros; el respeto de la comunidad y las invitaciones a formar parte de grupos selectos


Sí, a veces uno quisiera que eso se tradujera también en holgura económica. Pero hay de placeres a placeres. Uno, primordial, es la satisfacción de desarrollarse sin deber favores a persona alguna. Y, derivado de eso, les aseguro que poder mirar a los ojos de un hijo que ha recibido todos los beneficios de los privilegios de ser uno quien es, de tener los amigos que tiene y de haber ganado lo ganado con honradez y ética, no tiene comparación.





[1] Jerome S. Bruner. Aprendizaje y pensamiento. En Aprendizaje escolar y evaluación. Paidós Educador. México, 1997. Pág. 117.