He participado en cursos virtuales, como alumna, en diferentes modalidades:
1) A través de la Universidad Virtual del Tec de Monterrey cursé algunos temas de docencia. Esta modalidad consistía en una transmisión en vivo, desde Monterrey, N.L., a todos los campus del Sistema Tec por video en circuito cerrado. La participación de los inscritos se hacía a través de un moderador que enviaba las preguntas a la cabina principal desde la cual los auxiliares del curso las filtraban para que algunas de ellas fueran respondidas por el profesor. El resto de las participaciones y las tareas se enviaban por correo y, a veces, se recibía retroalimentación. En su momento no teníamos otra manera de acceder a cursos virtuales y lo más valioso era realmente la interacción que lográbamos entre los participantes del mismo campus, aprendiendo entre nosotros mismos.
2) A través de Blackboard tomé un curso enteramente virtual de Redacción avanzada en inglés. La interacción era con el profesor solamente. Proponía los temas a discutir, presentaba los documentos de apoyo y asignaba las tareas, las cuales eran corregidas utilizando una rúbrica. Sin embargo fue un curso muy valioso y el profesor se mostraba genuinamente preocupado por mis avances, retroalimentando oportunamente mis trabajos, animándome a ir por más aprendizajes (y tareas). En este caso, probablemente se hubieran podido utilizar algunos otros de los recursos tecnológicos existentes en el Sistema Tec para lograr una interacción entre los participante, pero creo que el modelo educativo del momento todavía estaba centrado en la relación profesor-alumno y en el profesor como transmisor de conocimiento y evaluador de trabajos.
3) En la Ibero participé en un curso sobre el desarrollo de competencias, junto con otros profesores de Tijuana. El curso se impartía desde la Ibero de León a profesores seleccionados del Sistema de Universidades Jesuitas (SUJ), mediado por Moodle. La experiencia no fue buena y los profesores de Tijuana terminamos por abandonar el curso. Desde mi perspectiva, se trataba de imponer una manera de ver el aprendizaje y no de construir según la filosofía del mismo SUJ, o de tomar en cuenta la experiencia de los participantes. No se propiciaba la interacción entre los inscritos al curso, excepto por las aportaciones a un foro que realmente no aportaba gran cosa. Y no se utilizó ninguna otra herramienta además de Moodle.
De todas estas experiencias aprendí a tratar de utilizar los recursos tecnológicos de manera menos rígida, interactuando con los alumnos no solamente a través de las aulas virtuales (Moodle) sino también de wikis o de Messenger o de Facebook, dejándolos hacerse cargo del proceso y simplemente monitorear su avance y retroalimentarlos en caso de atores.
A partir de estas experiencias encontré que al hacer simulaciones de chats en el pizarrón, construyendo conceptos o soluciones con las aportaciones de los alumnos, ellos participan más y de manera más crítica a la construcción de su propio conocimiento y el de sus compañeros.
Por otro lado, muchos de los recursos que utilizo los fui aprendiendo por mi cuenta, según mis necesidades como docente, con todo que encontraba en la red y que consideraba de utilidad. Luego, una vez que había comenzado a utilizar wikis vino un taller en línea, ofrecido por PBWorks, al que me inscribí para tener más elementos para su utilización. Por otro lado, Wolfram Research comenzó a impartir talleres breves sobre el uso de Mathematica a través de webcasts. Aprendí a construir WebQuest, elaborar encuestas en línea, mapas conceptuales, etc. Todo en función de mis necesidades como docente y como único medio de actualización.